El osito de agua

Este pequeño animal acuático, invertebrado y primo lejano de los artrópodos, fue descrito por primera vez en 1773 por el zoólogo alemán Johann August Ephraim Goeze, que lo llamo Osito de agua por su manera de desplazarse. Posteriormente, cuando ya era más conocido, se le denominó Tardígrado (de caminar lento).

Suelen medir en entre 0’5 y 1’5 mm y forman parte de los llamados organismos extremófilos, que son los organismos capaces de vivir en condiciones ambientales extremas y en lugares inhabitables para la mayoría de los seres vivos.

Y de todos los extremófilos del reino animal, el osito de mar es probablemente el más resistente del planeta.

Ha sobrevivido a las 5 extinciones masivas de la Tierra y existe desde hace más de 444 millones de años. Sus condiciones le convierten en un superviviente extraordinario. Si hubiese una catástrofe global, como la caída de un gran asteroide o una glaciación extrema, y todos los animales conocidos desapareciesen, esta pequeña criatura de ocho patas sobreviviría.

Estas capacidades han convertido a los tardígrados en objeto de estudio de muchos investigadores, que los exponen a condiciones extremas tratando de descubrir sus límites e intentando descubrir que características les permiten sobrevivir en tales circunstancias.

Los resultados obtenidos en condiciones naturales y los obtenidos en experimentos de laboratorio reflejan grandes desviaciones, y veremos que existe poca conformidad en los datos que podemos encontrar en cuanto a su resistencia.

Aquí hemos recopilado algunos en los que parece haber bastante consenso.

  • Temperatura: En ambientes de bajas temperaturas consiguen sobrevivir a -272ºC, que es prácticamente el cero absoluto que solo encontraríamos en el vacío del espacio y en el otro extremo son capaces de sobrevivir a temperaturas de unos 150ºC.
  • Química: Pueden vivir en alcohol o éter puro.
  • Radiación: Sobreviven a niveles de radiación (rayos X o rayos Gamma) cientos de veces superior al que toleran los animales más resistentes.
  • Presión: Son capaces de soportar presiones 6.000 veces mayores que la presión atmosférica de la superficie terrestre, lo que supone que podrían vivir a una profundidad oceánica varias veces mayor que la fosa abisal más profunda que conocemos.

Para resistir en estas condiciones, los tardígrados utilizan un mecanismo llamado criptobiosis (vida oculta), que consiste en reducir temporalmente el metabolismo y los procesos vitales hasta el punto en que son prácticamente indetectables. En este proceso consiguen, además, deshidratarse reduciendo su 85% habitual de agua a tan solo un 3% y posteriormente consiguen recuperarse y volver a la vida. 

Este mecanismo les permite, por ejemplo, vivir hasta 4 años sin agua, e incluso se ha conseguido reanimar tardígrados que llevaban 30 años congelados.

Para intentar averiguar el origen de estas capacidades tan extraordinarias se está estudiando en genoma del osito de mar, y se han encontrado diversos genes que parecen ser únicos en el mundo animal, como por ejemplo, un gen que codifica una proteína que protege el ADN del tardígrado de la radiación.

También se han encontrado genes involucrados en la capacidad de desecación, y en general, el genoma del tardígrado tiene gran variedad de genes implicados en la resistencia al estrés.

Hemos comentado que podrían sobrevivir al espacio exterior, y esta condición fue corroborada experimentalmente en un viaje espacial realizado en 2007. Y no solo sobrevivieron a las bajas temperaturas, las altas radiaciones y la falta de oxígeno, sino que, en este entorno tan inhóspito, los tardígrados mantuvieron su capacidad reproductiva.

Por último, debemos tener en cuenta que estamos hablando del organismo más resistente del reino animal, ya que en otros reinos, como el de las plantas, los hongos o las bacterias, encontraremos que las capacidades de supervivencia pueden ser igual o incluso más espectaculares.

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