La guerra fría

George Orwell, el autor de «1984», fue de los primero que utilizó esta expresión.

Se utiliza para describir la tensión que hubo durante el siglo XX, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, entre el bloque occidental-capitalista y el bloque oriental-comunista, liderados respectivamente por Estados Unidos y la antigua Unión Soviética

Se la denominó “Guerra fría”” porque ninguno de los bloques actuó directamente contra el otro. Fue más bien una competición en que cada uno intentaba demostrar su gran poder, forzando un enfrentamiento político, económico, social y militar, y que se trasladó también al campo informativo, científico y deportivo.

Los inicios de esta tensión se empezaron a fraguar con la victoria de los bolcheviques en la revolución rusa de 1917, y que acabaron con Stalin dirigiendo la Unión Soviética como país comunista. En esta revolución Estados Unidos apoyo al bando de los blancos, contrarios al comunismo, y esto engendró la semilla de la tensión entre ambas ideologías políticas.

Unas décadas después, durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945, las dos superpotencias fueron aliadas contra el nazismo alemán, y al finalizar la guerra debían encargarse de la reconstrucción y reorganización de Europa, así como la división de Alemania. Esto generó una nueva escalada en la tensión, ya que ambos querían imponer sus modelos socio-económicos.

La Unión Soviética controlaba los Países de Europa de Este, ocupados ya de facto durante la guerra, y en ella promocionaba los gobiernos comunistas para proteger sus fronteras. 

Por otro lado, Estados Unidos quería implantar el modelo capitalista en Europa, replicando el modelo estadounidense. 

Ambos crearon planes de actuación, siendo el más conocido el Plan Marshall, con el que los americanos pretendían ayudar a los países europeos tras la guerra, reconstruyendo sus ciudades y con planes de ayuda económica. Evidentemente, estas ayudas estaban enfocadas a implantar el capitalismo en Europa. 

Stalin vio en este plan un interés en reducir el poder de la Unión Soviética sobre Europa, y no permitió la entrada del plan Marshall en Europa oriental, implantando en ella el modelo comunista.

A partir de aquí, las estrategias de ambos países se extendieron por todo el mundo apoyando, uno y otro, golpes de estado, dictaduras, y revoluciones en diferentes países, siempre apoyando cada uno de ellos al bando que profesaba su ideología. 

Un ejemplo muy importante es la guerra civil china, en la queel comunista Mao tse-tung, en 1949 salió vencedor contra los nacionalistas apoyados por los Estados Unidos. Tras esta victoria del comunismo, china paso a ser un gran aliado de al Unión Soviética.

Muchos otros conflictos de la época fueron resultado de la tensión existente entre ambos países, como la guerra de Vietnam, la guerra de Afganistán, la guerra del Golfo o la guerra de El Salvador.

Una de las bases de la guerra fría fue la carrera armamentística. Ambas superpotencias se dedicaron a armarse y desarrollar su potencial militar, siempre como amenaza ante el oponente, manteniendo lo que se llamó “el equilibrio del terror”.

El desarrollo de bombas nucleares, submarinos, aviones de guerra, portaviones, etc. se disparó en los dos países. 

Este rearme extremo desembocó en la crisis de los mísiles de Cuba, en 1962, en que estuvo muy cerca el estallido de una guerra nuclear. 

Tras esta crisis tan importante, se creó el famoso “teléfono rojo” (que en realidad era blanco) entre Washington y Moscú, y que pretendía que la comunicación más directa entre ambos países ayudará a mejorar la situación.

En paralelo a esta lucha de poderes, existía también una gran competitividad entre ambos países a nivel deportivo, muy patente en las Olimpiadas, y a nivel científico-tecnológico, desarrollando la famosa carrera espacial.

En esta batalla por impresionar al mundo conquistando el espacio arrancó primero la Unión Soviética, con el lanzamiento del primer satélite no tripulado, el Sputnik I, y con el envío de la celebérrima perra Laika a bordo del Sputnik II, ambos en 1957.

También la Unión Soviética dio el segundo golpe al conseguir enviar con éxito al primer astronauta al espacio, el ruso Yuri Gagarin.

Esto presionó mucho a los estados Unidos, y tras varios intentos fallidos, consiguió enviar al primer hombre a la Luna en 1969, en el famoso viaje de Neil Amstrong y Edwin Aldrin en el Apolo 11.

La guerra fría se prolongó durante casi toda la segunda mitad del siglo XX, pero durante las dos últimas décadas del siglo XX empezó a relajarse la tensión, y a ello contribuyó mucho la aparición en la Unión Soviética de Mijaíl Gorbachov y su Perestroika

A partir de entonces se fueron relajando las tensiones, con pactos de desarme, control del armamento nuclear, y se sucedieron acontecimientos que reflejaban el final de la guerra fría, como la Caída del muro de Berlín (1989) y disolución de la Unión Soviética (1991).